Historia e investigación de Moros y Cristianos: Evolución histórica de nuestra fiesta.

Evolución histórica de la fiesta de Moros y Cristianos

 

Después de nuestros documentos: «Descubre la verdadera historia de la fiesta de Moros y Cristianos» e «Historia de nuestra fiesta – Los protagonistas, textos, diálogos y parlamentos«, os ofrecemos el tercer artículo de estudio, realizado por Red Festera y la inestimable ayuda de Demetrio E. Brisset Martín, experto en Rituales Festivos.

En este artículo, queremos exponeros las diversas fuentes de las que ha bebido nuestra fiesta para llegar a ser lo que es en el presente. Moros y Cristianos, es realmente una representación ritual en sí, la cual ha ido adaptando su forma actual a lo largo de un largo periodo. A través de la sucesión de diversos espectáculos festivos, se ha ido alimentando. A continuación os exponemos representaciones y eventos que han sido el «pasado y raices» de nuestra fiesta:

a) Fastos monárquicos y aristocráticos (siglos XII-XVII) Las solemnes «entradas» de reyes y nobles en poblaciones, eran celebradas con grandes espectáculos, entre los que fueron muy frecuentes las tomas de castillos defendidos por supuestos moros y las batallas entre galeras, con grandes cantidades de disparos de pólvora y artefactos pirotécnicos. De igual modo solían festejarse los acontecimientos para tales personalidades, como las coronaciones y actos de posesión; bodas, embarazos y nacimientos; y las victorias militares. Sobre este último motivo de alegrías públicas, la toma de Granada y la batalla naval de Lepanto tuvieron un inmenso eco festivo. La primera referencia conocida de una de estas representaciones corresponde a la boda del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con la infanta Petronila de Aragón, que tuvo lugar en la recién conquistada Lérida en 1150, al incluirse dentro de la comitiva nupcial una «danza de moros y cristianos con reñido combate«. Gozaron estos simulados combates de tal aprecio en la corte aragonesa, que los extendieron por gran parte del Mediterráneo.

b) Las procesiones del Corpus (siglos XIV-XVII) La gran procesión callejera del Corpus Christi, en la que la sociedad estamental se ofrecía en espectáculo ante sí misma, casi desde su origen incorporó elementos teatrales para ilustrar las creencias del catolicismo y atraer a los espectadores. A las figuras inmóviles siguieron luego las escenas dialogadas, con ,entremeses» tales como: la embajada del ángel a Adán y Eva; el misterio del rey Herodes con los Reyes Magos y los soldados que degollaban a los niños inocentes; el arcángel san Miguel y su hueste angelical contra Lucifer y su cohorte demoníaca; San Jorge rescatando a la doncella de las fauces del dragón; el duelo entre David y Goliat; y, ya totalmente relacionado con nuestro tema, la lucha de san Sebastián contra el castillo del Gran Turco.

Las danzas de Moros y Cristianos con palos o espadas, fueron otro elemento posterior con el que se adornaron muchas de estas procesiones en pueblos con escasos recursos. Un significativo espectáculo teatralizado que se incluyó en una de estas procesiones fue el de la toma de Jerusalem, que los misioneros franciscanos de primera hora escenificaron en la Tlaxcala aliada de Cortés (tan pronto como en 1538), con escaramuzas, embajadas, cautiverios, súplicas, apariciones celestiales, victoria de la Cruz y bautismo real de «muchos turcos o indios adultos»

c) Los festejos populares (siglos XV-XX) Las diversiones profanas siempre han constituido uno de los mayores polos de atracción de los grupos humanos, aunque han estado sometidas al control y vigilancia de las autoridades civiles y religiosas, temerosas de las expansiones lúdicas que podían llegar a romper el orden impuesto. Las estrictas regulaciones que se les han aplicado, permitiendo apenas las que se entroncaban con los ceremoniales litúrgicos o con los fastos del poder, las han arrinconado en unas reducidas fechas del año, entre las que destacan los dos solsticios anuales.

Por otros documentos se sabe que a fines del siglo XVI se prohibían en el país vasco unas mascaradas de san Juan en las que los mozos formaban dos bandos, tras unas imágenes que simulaban un rey moro y un rey cristiano, bailando al son del tamboril y saliendo por las calles a pedir aguinaldos. Otra interesante diversión anual en la Jaén fronteriza tenía lugar en la Pascua de Resurrección, cuando los hortelanos aparecían frente al palacio del condestable con un castillo de madera montado sobre carros, y se emprendía una incruenta batalla con huevos cocidos entre ellos y los caballeros.

d) Las soldadescas (siglos XVI-XX) Fueron los Reyes Católicos quienes crearon los «acostamientos» o milicias locales encargadas de la protección del territorio. El cardenal Cisneros, durante su regencia, ordenó «todos los domingos e fiestas principales de todo el año sacar al campo a la dicha gente con sus armas e picas y ejercitar la ordenanza«, refiriéndose a las ordenanzas de 1503 que estipulaban el modo de hacer los «alardes» o revistas de la tropa. Será luego Felipe II quien reorganice las milicias, estructurándolas de acuerdo con la siguiente jerarquía: capitán, alférez, sargento, cabo, soldados. Preocupado por el alzamiento de los moriscos y los desembarcas de los turcos y berberiscos, este monarca insistió en que la nobleza formase cofradías o compañías de gente de armas que se ejercitasen en ellas, para aficionar así a los plebeyos.

Con el transcurso del tiempo, las milicias fueron adoptando la forma de hermandades o cofradías religiosas, bajo la supervisión eclesiástica. Con ocasión de las grandes fiestas, estas milicias de autodefensa local comenzaron a intervenir en las representaciones de moros y cristianos, simultaneando la diversión con el entrenamiento militar, y la puesta a punto de su armamento. Así lo demuestra la primera referencia documental de la que actualmente es la fiesta de este tipo más famosa de España, la de Alcoy:

«En 1668 festejaban allí a su patrono san Jorge con una procesión en la que intervenían «una compañía de cristianos moros y de católicos cristianos (… ) En la tarde se hacen algunos ardides de guerra dividiendo la compañía en dos tropas, componiendo la una los cristianos y la otra los moros, que sujetos a lecciones de milicia se están belicosamente arcabuceando, encaminándose tanto bullicio en honra, y culto de nuestro santo patrón san Jorge, que en aquellas eras invicto defendió esta villa, y en la presente la conserva, y conservará con su patrocinio”.

Es de destacar que en la actualidad subsisten muchas de estas soldadescas, aunque su función social defensiva haya desaparecido, al encajarse dentro del sistema ritual de las fiestas patronales. En Granada tenemos el caso de los mosqueteros de Béznar, que siguen disparando sus armas del siglo XVI, mientras que en numerosas localidades de Andalucía oriental, el bando cristiano está compuesto por mozos con sus uniformes del servicio militar al mando de las mismas autoridades que en las milicias locales de Felipe II. Y en los días de la fiesta, ellos «son la autoridad».

e) Las canonizaciones (siglo XVII) Durante unas pocas décadas al comienzo del siglo XVII, las beatificaciones y canonizaciones de santos hispanos dictadas por los Papas dieron lugar a que las órdenes religiosas a las que pertenecían, se esmerasen en organizar espectaculares demostraciones, con su plato fuerte en las batallas simbólicas.

En 1629 son los mercedarios de Madrid los que honran a san Pedro Nolasco con el infructuoso ataque de una galera de herejes al castillo presidido por el santo con la bandera de la Virgen. Finalmente, en 1631 en Cádiz, la beatificación de san Juan de Dios es festejada por sus devotos con un juego de moros y cristianos, fingiendo cautivar la imagen del santo y volverla a librar.

f) Las fiestas patronales (siglos XVII-XX) Llegamos a la última etapa evolutiva del fenómeno festivo que estamos rastreando, en la que se van fijando las normas que han dado lugar a las actuales representaciones rituales de conquista. Por una parte, la paulatina transferencia de los espectáculos festivos de la procesión del Corpus, y por otra, el gusto popular por el teatro, que en poblaciones sin corral de comedias sólo se podía satisfacer por las esporádicas giras de las compañías de actores ambulantes o las representaciones a cargo de aficionados locales, contribuyeron a implantar las comedias dentro de los actos de las fiestas patronales. Y al no estar bien vistos los temas profanos por las autoridades, tenían que centrarse en argumentos religiosos o épico-religiosos.

Desgraciadamente, como nos comenta  Demetrio E. Brisset Martín, la documentación disponible sobre los elementos festivos que integraban las fiestas patronales de los pueblos es muy escasa hasta el siglo XIX, pero se puede suponer que en lo esencial apenas se modificaron a lo largo de varios siglos, siguiendo los esquemas desarrollados durante el Siglo de Oro. Y en nuestro tiempo son precisamente las fiestas patronales, salvo escasas excepciones residuales, las que siguen manteniendo vivas las representaciones rituales de conquista.

Red Festera sigue trabajando para realizar el resto documentos de investigación, gracias a Demetrio. En siguientes fechas, os ofreceremos:

– Historia e investigación de Moros y Cristianos: Otros rituales de conquista.
– Historia e investigación de Moros y Cristianos: Universos festivos emparentados.

Fuente: Demetrio E. Brisset Martín
Documento: Fiestas Hispanas de Moros y Cristianos: Historia y Significado

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