La bandera de la media luna ondea desde el sábado en la fortaleza de Elda, tras haber sido conquistada por las huestes del bando moro después de una encarnizada batalla contra los soldados de la cruz.
En una abarrotada plaza de la Constitución, pasadas las once y media de la mañana dio comienzo la estafeta, donde el emisario del embajador moro irrumpió sobre su caballo por la calle Colón para demandar a las huestes cristianas su rendición. Sin embargo, sus propuestas fueron despreciadas por los defensores cristianos provocando la ira del jefe moro.
Tras el desplante de los cristianos, el boato del embajador moro inició su entrada por la calle Colón, precedido por la Colla de la comparsa de las Huestes del Cadí y los estandartes de las cuatro comparsas que conforman el bando moro en las fiestas de Elda, Musulmanes, Realistas, Huestes del Cadí y Marroquíes.
El embajador moro, Damián Varea, antes de demandar a los cristianos la entrega de la plaza, bajó de su caballo lamentando la osadía de las huestes de las cruz al despreciar la opción de rendirse sin usar las armas y de retar a sus hombres a entrar en la batalla.
Después, con dos toques de clarín solicitó la presencia del caudillo cristiano. Isidro Juan volvió a despreciar las peticiones del jefe moro de entregar las llaves de la villa, a pesar de las promesas del embajador de la media luna insistiendo en que de ser así, su señor el rey de Granada respetaría los hogares y los ritos del pueblo de Idella, y acabaría con las penurias impuestas por el rey cristiano.
Estas palabras enfurecieron al cristiano quien insistió en que se trataban de promesas y una vez las huestes de la media luna tuviesen las llaves de la villa nada cumplirían.
Uno de los momentos más intensos de este acto, del que la Junta Central de Comparsas de Moros y Cristianos cuida hasta el más mínimo detalle, tuvo lugar cuando el embajador cristiano inició la batalla al grito de «por Dios, por Elda y por el Rey».
Un fuerte aplauso irrumpió en este momento en reconocimiento y apoyo del público al buen hacer de ambos embajadores y de la comisión que trabaja intensamente durante todo el año para engrandecer uno de los actos más espectaculares de la fiesta.
El estruendo de los arcabuces y el humo de la pólvora inundó la plaza de la Constitución de Elda, en el inicio de una lucha encarnizada entre las huestes del bando moro y las del bando cristiano. La batalla acabó con el disparo al unísono de todos los capitanes de las nueve comparsas que conforman las fiestas de moros y cristianos de Elda, Contrabandistas, Zíngaros, Cristianos, Piratas, Estudiantes, Huestes del Cadí, Musulmanes, Marroquíes y Realistas.
Pero la contienda, no acababa aquí, el embajador cristiano se resistía a entregar la fortaleza, por lo que sable en mano y cuerpo a cuerpo comenzó el duelo contra el embajador moro, quien finalmente logró entrar en el castillo y dio muerte al jefe cristiano, conquistando la fortaleza con su acero.
La embajada finalizó con la izada de la bandera de la media luna, símbolo de la que villa está en manos del bando moro, hasta el próximo lunes, cuando los cristianos volverán a reconquistarla.
Fuente: www.diarioinformacion.com