Alcoy revivió ayer su historia con una nueva edición de las Entradas de Moros y Cristianos, que resultaron atractivas y espectaculares para un numerosísimo público que abarrotó la ciudad, provocando un lleno absoluto en el itinerario. Los desfiles compactos y la ausencia de incidentes destacados marcaron la tónica de una jornada, que el presidente de la Generalitat Alberto Fabra siguió en su mayor parte desde la tribuna de autoridades.
El día arrancó temprano y fresquito, pues a las 5,45 horas comenzó la Diana, el primer desfile, con una temperatura de apenas siete grados. Ni la hora ni el fresquito restaron emotividad ni público a un acto, que estrenaba punto de inicio -no exento de polémica- y recorrido, pero que acabó colmando las expectativas y desarrollándose con normalidad.
El primer plato fuerte arrancó a las 10,30 horas, con la Entrada Cristiana, un desfile que resultaría compacto y rápido, ya antes de las 14,30 horas había finalizado, dejando tras de sí un clima de satisfacción. Todas las filaes, pero en especial los boatos de Maseros y Guzmanes, con el capitán y el alférez, respectivamente, ofrecieron espectáculo, en lo que también destacó la escuadra del mig de los Muntanyesos.
La tarde fue mora. A las 17 horas en punto, la Entrada Mora inició su recorrido con la suntuosidad ofrecida por la Filà Benimerines y su capitán, algo en lo que no quedó atrás ni mucho menos la Llana con su alférez; todas las filaes, y la formación del mig de Ligeros contribuyeron al resultado. En conjunto, más de 9.000 personas se sumaron a los desfiles que, en general, transcurrieron con normalidad.
El presidente Fabra presidió la tribuna, en una jornada con múltiples visitantes, entre los que se encontraban la consellera Sánchez Zaplana, con el atuendo de los Almogávares, o Máximo Buch, que desfiló con las Tomasinas. Ximo Puig repitió como el Día dels Músics, y también se pudo ver a Ángel Luna, habitual de las Fiestas de Moros y Cristianos.
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